A FAVOR DE UN CONTRATO SOCIAL PARA LA EDUCACIÓN


A favor de  un contrato social para la educación
Diez propuestas para el debate
Agustín Chozas Martín, FEAE de CLM

1.- Se entiende que las leyes son para ciudadanos reales y no imaginarios y que deben estar al servicio del bien común y nunca dictarse para beneficio de unas u otras oligarquías
2.-Las leyes deben cuidar escrupulosamente los derechos humanos constitucionales y no retóricos
3.- La realidad social es profundamente desigual, injusta y excluyente. ¿Hay dudas?
4.- Un tercio de la población malvive y no llega al umbral de subsistencia mínima. Por tanto, tampoco pasa la puerta de la escuela
5.- Es una falacia designar a las escuelas como lugares de inclusión, integración o no discriminación, como si de laboratorios se tratara. Toda esa palabrería debiera referirse a la realidad social
6.- Las prioridades educativas no son curriculares, ni siquiera de integración son sociales, sanitarias, de higiene y limpieza, de alimentación, vestido y  habitación…
7.- La primera ley (el apellido importa menos, salvo a los vendedores) ha de serlo para el 30 % de la población que no está, que no puede estar, que no estará. No hay derechos sin el primero de ellos: el derecho a una vida digna. Después, vendrán los otros.
8.-La respuesta bien podría ser un compromiso social, un consenso también social, un contrato ineludiblemente social. Quiere decirse no manejable por oligarcas poco decentes sino por el cuerpo social. Dicho de  otro modo: hablamos de una obligación moral
9.- De una obligación de equidad, de devolución a los desahuciados sociales de sus bienes propios
10.-Hablamos de una respuesta no mercantilizable de necesidades humanas básicas

Comentarios

Marta Aja ha dicho que…
Habermas cumple 90 años. Él defendió que hacía falta más Europa, porque Europa podía ser el paso hacia una sociedad mundial constituida políticamente. Hoy es el día de los refugiados. Habermas también ha denunciado repetidamente la política migratoria de la Unión Europea. Y las políticas de austeridad impuestas a los más débiles.
Los inmigrantes, los pobres, necesitan ese CONTRATO SOCIAL PARA LA EDUCACIÓN. Es una cuestión de supervivencia; es una cuestión de dignidad humana. Pero si pensamos, como Bakunin, que la libertad de todos es condición de nuestra propia libertad, será una responsabilidad moral de todos exigir a Europa que lleve ese PILAR EUROPEO DE LOS DERECHOS SOCIALES desde las hermosas declaraciones hasta su aplicación práctica real.
¿Qué podemos hacer desde dentro las aulas por esos que están fuera, o por los que estando dentro están condenados al fracaso y al abandono temprano? Introducir la crítica y el interés emancipatorio en las aulas. Y el diálogo. A través del diálogo se pueden abordar los problemas del mundo en el que vivimos (como la pobreza y la exclusión) desde las experiencias y el contexto de los alumnos; y para abordar esos problemas, nos harán falta las materias del currículo, que quizá no haya que estudiar en orden, tal y como vienen en el libro de texto. ¿Por qué no? Si podemos soñar con un contrato social para la educación, si podemos soñar con una ciudadanía capaz de exigir a Europa ese contrato, también podemos soñar con un cambio radical en la educación; a lo mejor, las tres cosas se retroalimentan.

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