SOBRE LAS INVASIONES BÁRBARAS CONTRA LA BUENA EDUCACIÓN
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SOBRE LAS INVASIONES BÁRBARAS CONTRA LA BUENA EDUCACIÓN.
Por Agustín Chozas. FEAE CLM.
Asistimos a una permanente invasión de loa espacios educativos por la permanente intromisión de todo tipo de discurso, valoraciones o, simplemente, porque hay que hablar o escribir de todo, venga o no a cuento,
También la invasión está favorecida por la cantidad de preguntas que se acumulan con los años sin respuestas que facilitan todo tipo de valoraciones sin mayores argumentos,
A título de muestra, puede citarse la rigidez de los denominados saberes básicos, pendientes de una actualización necesaria, varados en tiempos pasados.
O el arrinconamiento de la responsabilidad social de la educación como si se tratara de una fantasía o una mera especulación y no una exigencia
O la abundancia de discursos sobre la ejemplaridad y ética profesional de los docentes, discursos desvaídos, lejos de obligación de un código de conducta.
No parece que se pueda seguir aplazando la defensa de la complejidad de la educación como ejercicio intersubjetivo, como ejercicio de justicia y espacio de equidad, complejidad necesitada de un tratamiento interdisciplinar.
En ocasiones, las invasiones no son externas, sino que provienen de las resistencias al cambio de los grupos profesionales o de la presencia asfixiante de las tecnologías marginando el papel protagonista del profesor-educador en favor de los “artificieros de la inteligencia”.
No es menor la agresividad de un currículo sobredimensionado que, entre otros perjuicios, pudiera provocar marginación y exclusión
¿Y si el currículo no fuera tan importante?
¿Redes sociales o enredos antisociales? Estamos ante el mayor asedio del neocapitalismo en favor de eliminar los valores en favor de sus propios intereses
Tenerle fe a la educación: ¿Qué puede ser? Ante todo, poner el pensamiento y las ideas al servicio de una buena educación, no permitir que la propia educación se reduzca al ámbito escolar, liberando de responsabilidades a la familia, el entorno social y económico, las creencias, las instituciones,
Hay que introducir nuevos elementos en el proceso educativo.
A título de ejemplo: Aunque de modo minoritario se ha empezado a reflexionar, escribir y publicar sobre la economía del bien común, es decir, el impacto negativo o positivo de la organización de los mercados
La autonomía de los centros es inaplazable. Sólo la desconfianza de las administraciones educativas, la inseguridad y falta de competencia de las mismas puede explicar los excesivos controles externos a los centros.
Hace falta un cambio radical en la mentalidad social y en la del profesorado: Educar es lo primero y difícil; la segundo, es el currículo
"El maestro que prometía el mar" no podrá ser sustituido jamás por los nuevos dioses de las tecnologías o, lo que es lo mismo, por quienes se sirven, bajo apariencia de servir a la educación, de la oportunidad de convertirla en el "gran mercado persa"
Admitamos que la profesión docente es una profesión débil o debilitada (que NO es lo mismo). A partir de esta hipótesis (y para convertirla en tesis) sería preciso preguntarse " por qué", es decir, qué causas explican la presenta debilidad grupal o corporativa de los profesores
Para abordar la cuestión, es necesario hacer una relación, lo más completa posible, de causas:
El profesorado de Infantil y primaria puede tener algunas causas propias; el profesorado del tramo secundario también puede contar con algunas específicas En uno y otro caso, causas compartidas, podrían ser:
-las debilidades estructurales de una sociedad blanda o líquida
-las presiones de los contextos rurales o urbanos, económicos, sociales, religiosos, culturales, tradicionales
-las debilidades de la propia estructura de los centros
-las presiones excesivas a favor de una supeditación del trabajo a la burocracia
-las imposiciones de un currículum varado en la calidad (presunta) de la cantidad
-el alejamiento imperativo del trabajo educativo por su reducción al trabajo de enseñante
-la eliminación de distancias socioeconómicas entre familias y profesores, incluso entre profesores y alumnos
-el escaso tiempo disponible para la relación social entre profesores en los tiempos docentes
-el nefasto papel de los medios de difusión deteriorando sistemáticamente la educación por no concebirla como un valor entre los valores comunes -el negativo papel de grupos sociales, dedicados exclusivamente a su tarea falaz de defensa de una profesión que no conocen, salvo como moneda de cambio .
Para cerrar (provisionalmente) estas reflexiones, una cuestión ineludible, y sistemáticamente diluida: la carencia de un código de ética profesional, transparente y público, riguroso, consensuado, evaluable y revisable, porque la dignidad profesional sólo puede fundamentarse en una sólida moral cooperativa, solidaria y dialogante.
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