La educación, lejos de la justicia
A
pesar de que, desde las revoluciones de la época moderna, se apuntaba ya a una
educación como elemento básico para apuntalar las estructuras de la sociedad no
parece que el progreso haya sido tanto, si no nos dejamos seducir por las
proclamas de una política de patio de vecindad o abandonamos el esfuerzo de seguir
argumentando a favor de una educación ante todo como una necesidad para la
supervivencia de aquella parte de la humanidad en riesgo permanente.
Y
son los poderes públicos los primeros responsables del desconocimiento
consciente de este hecho y, en consecuencia, de la puesta en práctica de una
justicia mínima para los sectores sociales más desfavorecidos.
Si
no se reconoce la educación como necesidad básica de todo ser humano por el
hecho de serlo, la proclamación de la misma como derecho humano no pasa de ser retórica de una política de consumo que
conculca el más elemental principio de la equidad.
En
todo caso, en la hipótesis del reconocimiento, primero, de la educación como
necesidad primaria y de la misma como derecho humano y para que la justicia se
situara cuando menos en el horizonte de los hechos, debiera hablarse de
“derecho humano no tanto individual como social”, en contra del liberalismo de
salón dominante.
El
paso siguiente hacia la conversión de la educación como un hecho de justicia
sería la compasión entendida en su sentido más genuino, es decir, la mirada
permanente hacia el otro y tanto más si éste es el necesitado. La educación ha de
construirse para ser justa sobre la base de actos compasivos, compensatorios,
cooperativos y solidarios.
Este
difícil progreso para acercar educación y justicia pasa también por la razón
bondadosa que, sin desmerecer aspectos emocionales de la conducta humana, se
siente obligada por argumentos de solidaridad, de pertenencia, de inclusión y
hasta de fraternidad.
Esta
educación que seguimos cultivando en pleno siglo de progresos no debiera seguir
siendo la mejor coartada de un liberalismo feroz que aleja de la educación todo
asomo de ética y, como consecuencia, de valores humanos decisivos y que carece
de escrúpulos a la hora de defender sus intolerables maneras de discriminación.
Agustín
Chozas M. FEAE de CLM
Febrero,
2019
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